La industria musical busca cómo sobrevivir la cuarentena

La industria musical empezó a tomar en serio al Covid-19 antes de que la Organización Mundial de Salud (OMS) lo declare pandemia el 11 del mes pasado, cuando ya se registraban más de 118.000 infectados en 14 países. “Estamos muy tristes por tener que compartir esta información con ustedes. ‘El show debe continuar’ está en nuestro ADN, y esta es la primera vez en 34 años que el evento no se realizará”, decía el comunicado del SXSW, el clásico festival de Austin, Texas, que fue cancelado el 6 de marzo. Ese mismo día, el Ultra Music Festival, dedicado a la música electrónica, también bajó su edición 2020, y así comenzó un efecto dominó que llegó a la Argentina en cuestión de días: de acuerdo a las medidas oficiales, se cancelaron los shows y festivales anunciados para las semanas siguientes. Maroon 5, el Lollapalooza Argentina, las fechas en el Luna Park, Niceto Club, el Konex y cualquier lugar que supere las 200 personas de capacidad. La actividad se paró casi por completo y, una vez que se confirmó la cuarentena obligatoria, la incertidumbre sobre cómo se va a salir de esto ganó cada vez más terreno en la industria.

“Recién cuando se dictó la cuarentena obligatoria en el país comencé a ver un futuro distinto”, dice Barbi Recanati. La guerra contra el coronavirus llegó en el mes más importante de su año artístico: el 20 de marzo salió su disco debut solista, Ubicación en tiempo real, y en la previa al lanzamiento estaba de gira por México cuando se enteró de que el SXSW, donde tenía las últimas fechas de su tour, se había cancelado. “A partir de ahí, volvimos locas a las aerolíneas un poco antes de que colapsaran. Queríamos estar en casa. Nuestros pasajes desde México sí o sí pasaban por Estados Unidos y Argentina estaba por cerrar los vuelos desde ahí”, agrega Recanati desde su casa, en la que está haciendo la cuarentena con su hijo, su pareja y los integrantes de la banda que viajó con ella.

Mientras ellos hacían las conexiones Ciudad de México-Houston-Santiago de Chile-Ezeiza, varios colegas, como Andrés Calamaro, Babasónicos, Duki, Damas Gratis e Indios tocaban en las dos jornadas del Vive Latino. A tono con el gobierno mexicano, que no tomó medidas drásticas frente a la pandemia, el VL 2020 fue el único gran evento de la región que no se canceló. En la primera jornada juntó casi 40.000 personas y, como precaución, se tomó la temperatura a los asistentes en la puerta -se registraron 27 casos de fiebre, que según la producción no eran contagiados del Covid-19-. Solo en el sector de camarines había cartelería que decía “aplica el saludo de codo” promocionando el distanciaminto social. Los músicos argentinos tuvieron que ingeniárselas para volver a casa.

“Se me cayeron tres laburos en cuestión de minutos”, dice a RS un microfonista que trabaja con una reconocida banda de rock y suele colaborar en los conciertos de las figuras pop de mayor alcance del país. El apagón total de la industria del entretenimiento también desnudó problemas que, claro, existían anteriormente. “De nuestros 1.200 afiliados, solo el 20 por ciento trabaja en relación de dependencia”, dice Toby Peralta, miembro de la comisión directiva del Sindicato Argentino de Técnicos Escénicos (SATE), uno de los que más sufre el parate, porque si no se trabaja, no se cobra.

Peralta es un operador de sonido que está en la escena desde 1982 -empezó como plomo y ahora está con Los Pericos-, atravesó varias crisis económicas y los meses pos Cromañón, pero reconoce que el escenario ahora parece peor. “Los que trabajamos en empresas de luces, de sonido, de producción, estamos en una condición de desprotección total”, dice. “La profesión tiene parates, en esos casos podés rebuscártelas. Pero esto nos dejó en offside porque no podés ir a hacer el sonido de un evento o una fiesta de un amigo que te dice ‘vení que necesito una mano’. Quedamos en bolas, con la incertidumbre de no saber si habrá shows en los próximos dos meses”.

El SATE desde hace tiempo trata de visibilizar la situación laboral inestable de sus afiliados y con este contexto se sumó al reclamo al Gobierno para suspender el pago del monotributo. “¿Hay que pagar tres lucas cuando no entra guita?”, cuestiona Peralta. Hasta los últimos días de marzo, el gobierno había anunciado un bono de 10.000 pesos para las categorías más bajas del monotributo. La mayoría de los técnicos están en otras categorías; lo mismo corre para los agentes de prensa, otro eslabón de la cadena productiva musical que siente la falta de shows. “Se pararon casi todos los trabajos que estábamos haciendo y varios contratos que estábamos terminando de delinear”, dicen María Peluffo y Mariana Stizza, miembros de la asociación de agentes de prensa de arte y cultura. “Los empresarios y artistas que nos contratan no saben ni para qué fechas reprogramar. No sabemos hasta cuándo no tendremos trabajo”.

La situación fue diferente en el terreno digital durante los primeros días del aislamiento social, preventivo y obligatorio. “No paré de trabajar”, dice Nacho Santagata, A&R de Believe, una distribuidora digital que es el nexo entre artistas y plataformas de streaming. Al no poder tocar, esta es la fuente de ingresos más estable que les quedó a los músicos. Santagata tuvo muchas videollamadas con los músicos con los que opera, reuniones virtuales en las que buscaron opciones para adaptarse a este nuevo escenario y desarrollar las acciones en las redes sociales. Considera que el tiempo de encierro es una buena oportunidad para la creatividad -“Me imagino que habrá gente cocinando cosas muy picantes”-, pero no cree que esto vaya a modificar las prioridades de la industria: “Esto va a mantenernos entretenidos, pero no va a reemplazar el revenue de un booking”.

Los ingresos digitales pueden rondar como mucho el 30 por ciento del total que percibe un artista. La parte fuerte siempre llegó desde SADAIC con los derechos generados por las presentaciones en directo. El aluvión de vivos en Instagram y Facebook en las primeras semanas de la cuarentena no modificó ninguna cuenta bancaria, pero sí fue un engagement necesario en tiempos de distanciamiento social. Al cierre de esta edición, Fernet Branca comenzó a sponsorear un ciclo vía streaming, Se sale juntos, en sociedad con Camping Bar. Los primeros en actuar fueron Emmanuel Horvilleur, Dante Spinetta, Marilina Bertoldi y Conociendo Rusia. “Ni lo dudamos cuando nos llegó la propuesta, es por ahora la única forma de que nos entre plata”, cuentan en off desde el entorno de un artista con años de trayectoria en el indie local tentado para participar. Luego, otras marcas empezaron a apoyar las transmisiones vía streaming.

El calendario de cancelaciones ya llegó hasta junio. Glastonbury, por ejemplo, anunció el line up de su edición número 50 el 13 de este mes y a la semana tuvo que bajar el telón. En la previa de las cancelaciones de varios eventos, un detalle no menor marcó las negociaciones: la decisión de suspender podría no estar cubierta por las aseguradoras. Poco después de su cancelación, se supo que el SXSW no iba a devolver el dinero de los tickets comprados porque su aseguradora no cubría cancelaciones por pandemia. El otro escenario, una reprogramación, tampoco es sencillo. Se necesita hacer coincidir al menos la disponibilidad del artista con la del venue elegido de antemano o uno que reúna características similares. DF Entertainment es, quizás, la productora local que más sintió el impacto del lockdown. En menos de un mes y medio tenían el Lollapalooza, Metallica y Kiss, que ya cuentan con fechas reprogramadas: el festival pasó al 27, 28 y 29 de noviembre y mantuvo a Guns N’ Roses, The Strokes y Travis Scott como headliners; Metallica tocará el 4 de diciembre en el Hipódromo de San Isidro; y Kiss lo hará el 21 de noviembre en Costanera Sur -otras fechas y locaciones se habían barajado para este show-.

Además de las reprogramaciones, en las productoras la preocupación está puesta en “afrontar esto y tratar de sostener a la gente que trabaja con nosotros”, dicen en off desde una productora local. El escenario, con novedades día a día, limita la capacidad de reacción. “Vamos tomando decisiones cuando tenemos informaciones certeras”, agrega Federico Lauría, de Lauría Entertainment, que estuvo detrás de visitas internacionales como la de J Balvin en el Movistar Arena en diciembre pasado, y tenía en su agenda el primer Luna Park de Cazzu y una gira por España de Duki.

Aunque no hay precisiones, parece que la experiencia de ver música en vivo ya no va a ser la misma por unos meses. “Estamos bastante des- orientados”, dice Sofía Conti del staff de Niceto Club, “porque trabajamos con aglomeración de personas”. Además de adelantar el lanzamiento de una radio online que venían desarollando y analizar opciones de streaming monetizables, decidieron que lo que hagan en este contexto de cuarentena tendrá un tono solidario. “Si bien Niceto debe sostenerse con plata, sabíamos que el under, los músicos, la gente de prensa, entre otros, serían los más damnificados, así que dijimos: ‘Nos tenemos que dar una mano entre todos más allá de la guita’. A darles exhibición a los que más lo necesiten”, dice Conti. “No hay tanta diferencia entre nosotros y ellos ahora. Somos parte de la industria cultural y musical que se está viniendo abajo con todo esto”.