Zinedine Zidane no podía reflejar de mejor manera lo que dieron de sí los 90 minutos que su Real Madrid acababa de disputar contra la UD Las Palmas. “Así no vamos a ningún lado”, dijo en rueda de prensa. El francés hablaba en caliente, sin haber podido analizar todavía los detalles de la nefasta actuación de los suyos ante el conjunto canario.
Sin embargo, como hombre de fútbol que es, no necesitaba más que sus sensacionespara advertir el rotundo ridículo del equipo blanco ante el conjunto canario, salvado por la campana gracias a ese gol milagroso de Casemiro que, aun no sirviendo de nada a nivel liguero, al menos salvó el honor de los merengues.
Números cantan
De un equipo que no tuvo nada: ni juego, ni posesión, ni oportunidades. Desde que Zidane se hizo cargo del equipo en sustitución del ‘maldito’ Benítez, el del Estadio Gran Canaria fue el partido con peor posesión madridista: los blancos apenas tuvieron el balón en su poder el 46% del tiempo. Y sólo ganó la posesión en el último cuarto de hora del primer tiempo (53%).
Tras el descanso, en los primeros quince minutos su posesión no llegó ni tan siquiera al 40% (38%). Desde el día del debut de ‘Zizou’ en el banquillo, ante el Depor (5-0), el Madrid no perdía la posesión. Ese día, y pese a la goleada, se quedó en el 48%.
Toca reflexionar
Pero es que en Las Palmas hubo otros datos para la reflexión blanca. En ningún otro partido de la ‘era Zidane’, por ejemplo, disparó el Real Madrid menos a puerta que el domingo: 12 tiros, de los cuales sólo 4 bien dirigidos, lo que arroja un acierto del 33%.
En disparos bien dirigidos, la cifra iguala a los registrados en el derbi madrileño ante el Atlético (0-1 para los de Simeone). Y en porcentaje, sólo en dos partidos tuvieron los blancos menos acierto: contra la Roma en el Bernabéu (32%) y en el citado derbi madrileño (27%).
Todo ello, unido a la indolencia mostrada por los futbolistas merengue, a la nula capacidad de sacrificio mostrada y a la confirmación de que con Zidane no han cambiado las cosas, hacen presagiar nubarrones en el inmediato horizonte madridista.
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